A partir de una foto de la casa de mis tíos en Las Catitas,
aunque podría haber sido también a partir de la de mis abuelos,
y la memoria que saltó de recuerdo en recuerdo,
emocionada.
a toda mi familia que siempre vive en mí
a toda mi familia que siempre vive en mí
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La casa de la tía Eva y del tío Eduardo |
¡a dónde me llevas,
memoria,
tan lejos, tan cerca!
al viejo olivo
al horno de barro
y las calientes empanadas con aceitunas
y las risas generosas
en la serenidad infinita
de un domingo a la tarde
a la torta de los ochenta golpes
y a sus manos siempre amigas
a titanes en el ring
al canal 7 y al 9 que apenas se veían
al chevy
a la chevrolet azul
y los miércoles camino a la escuela con el pa y mis primos
después de comer pizza
a la bala diciéndonos detrás del planchador:
"se acabó la tranquilidad"
cuando volvíamos de la escuela
a los campeonatos de payana
en el inmenso patio de la vieja y hermosa escuela
a la bala diciéndonos detrás del planchador:
"se acabó la tranquilidad"
cuando volvíamos de la escuela
a los campeonatos de payana
en el inmenso patio de la vieja y hermosa escuela
a la perra lacy
al cohete que diseñamos
el eduardo, el gustavo y yo
en papel milimetrado
y que seguro iba volar
y también sabría caer...
al perfecto tren hecho de madera y alambres
al club liceo ortiz y al penal que no alcancé a ver
al olor de los botines del richard recién lustrados
a las vías del tren
al canal del que no podíamos salir el mauricio, el walter y yo
al corral frente a la casa de la calle uriburu sin número
y al caballo que elegí con mi abuelo
aquella siesta o aquella tarde
al olor a jazmín en la casa y en el patio de mi tía
a las mesas del 24 y el 31 y yo con el pelo largo
al viejo tractor y sus ruedas enormes
al juego de las sombras chinas
en el cuarto iluminado a velas
de la casa de mis abuelos
a los rastri con que jugábamos
en la casa de doña delia
a la finca enorme, enorme
y a tus manos cansadas
a un locro de un 25 de mayo
a los porotos del truco
a la punta y hacha de la partida de seis
cuando estaba completa
al asado más rico del mundo de mi tío timo
y a la mesa llenísima de brindis y voces
a la coca-cola de litro en botella de vidrio
que repartíamos igualitariamente
a la mesa de jardín
en la que almorzábamos los tres o los cuatro
al programa de radio: "por los senderos de la patria"
y a una fuente de tallarines para mi abuelo
y la otra para el resto de la familia
a su infaltable salsa de ajo que sopaba con pan casero
a la heladera siam de color celeste
a la tarde que pasé encerrado en una habitación oscura
por haber contestado mal
mientras todos mis primos jugaban y reían
a la carpintería de los federici
y a los muebles que fabricamos
para las muñecas de nuestras hermanas
con trozos de madera que no servían para nada
a los más de cien chicles que compramos
en el almacén de la currucha
y comimos tratando de hacer los globos más grandes del mundo
al hermoso canto de los gallos al amanecer
¿¡a dónde me llevas,
memoria,
sin norte ni sur,
sin orden,
sin regreso!?