crónica de un día

Nunca soñé un tesoro repleto,
Sino la caricia lenta y mi risa en tu boca,
Pero las mañanas me encuentran solo
Colando el café y tostando el pan.
Después abro el libro en la página marcada
Leo y releo, pienso, anoto, subrayo, transcribo,
Y ahí te aparecés vos cual fantasma herido
Buscando mi mano vieja, torpe, esquiva
Que nunca supo jalarte fuerte hacia mí
Hacia este otro fantasma herido
Que cada noche se pierde
En una cama oscura, llena de tu sombra.