Un fantasma detrás de mis letras
Empecinada en nuestro torpe amor
Que solo supo esgrimir ausencias.
Un monólogo para una mujer sorda
Son mis rezos como a una deidad inútil
Que otros leen como si dijese algo
Con una tormenta en la boca y el sexo.
Soy esta soledad abrazada a un lirio
Manantial de horas yermas tejidas
Con manos embebidas en alquitrán
Con ojos perturbados por el sabor dulzón
De una entrepierna rasurada y húmeda
Que tiembla con mi lengua espesa.